En fin, a Judy le encanta mi curri. A veces creo que Judy ama a mi madre. Hablamos pronto. Excepto los domingos. Los domingos eran complicados. Super superequivocados. Y, cuando digo oficina, me refiero a una casa de Southwark que han medio convertido en el cuartel general de la ONG para la que trabajo. Salvar a los escarabajos peloteros. Doscientas por lo menos». Hubo un largo silencio. El problema es que son muchas. Si sufro alguna crisis relacionada con los escarabajos, es la primera persona a la que acudo.
La diferencia es que a ella le da igual. Por desgracia, eso era innegable. Rhys Jones Bowen, coordinador de voluntarios y director de redes sociales de CACCA, estaba tecleando con un solo dedo delante de su ordenador.
Para ser sincero, esto pasa mucho. Bueno, no esto en concreto, pero algo parecido. Menos mal que ya estaba sentado, porque me he emocionado tanto que casi me cago encima. Yo no digo que los escarabajos peloteros no sean importantes. No como los escarabajos peloteros, que son insustituibles. Por eso, ella consulta los datos y yo hablo con la prensa.
Y con ropa fetichista. En ciertos sentidos, fue casi un alivio enfadarme. Ha quedado usted como el tipo de homosexual equivocado. Hice lo posible por responder con un tono razonable. Tiene que volver a ser el sodomita inofensivo que los clientes de Waitrose se sienten bien presentando a sus amigos de izquierdas y mal presentando a sus amigos de derechas. Yo lo acabo de hacer. Es terrible. Somos unos ineptos totales. Eres guapo. Tienes un buen trabajo. Saldremos de esta. Me alegra verte de nuevo.
Las chicas. Se me ha ocurrido una cosa. En plan siglo XX y tal. Se te ve muy exigente. Era aterrador, pero aquello empezaba a cobrar sentido.
En serio. Has sido de gran ayuda. Pero ninguna de esas cosas, ya fueran juntas o por separado, era el problema. Bueno, no del todo. Pero no. Como siempre, vaya. Bridget llegaba tarde por defecto. Un caso importante de fraude comercial. James Royce-Royce es un cocinero con gafas y tiene una manera de expresarse que… Estoy buscando la forma de decirlo con tacto, pero el resumen es que es extremadamente afectado.
Estoy seguro de que tiene mucho talento, pero no estoy en absoluto cualificado para juzgarlo. Una noche bastante normal para ti.
Priya puso los ojos en blanco. Es lo habitual. James Royce-Royce fue el primero en reaccionar. Se hizo un silencio preocupantemente largo. Un hombre. En serio, yo solo intento ayudar, pero esa actitud tuya es terrible. Lo… Lo siento. Ahora mismo estoy un poco preocupado y lo de comportarme como un capullo es un mecanismo de defensa.
Ya lo tengo. Contrata a alguien. Parece el candidato perfecto. Es encantador. Es poeta. Se impuso otro largo silencio. Creo que me van a echar. No van a despedirte por eso. Siempre tarde, siempre en medio de una crisis, siempre a dieta. Llevo siglos insistiendo en que busques novio. Es abogado… y… es muy majo. Ha salido con mucha gente. Es encantador y viste genial. Te esfuerzas mucho en hacer ver que no lo eres.
Estaba tamborileando con los dedos de una mano sobre el mantel. Pero, en serio. Llego tarde. Soy… ejem… todo tuyo. La ciencia no es mi fuerte, pero el resumen es que son buenos para el suelo y, si se extinguen, nos moriremos todos de hambre. Esta vez invito yo. Este es uno de mis restaurantes preferidos y… —dijo, mientras cambiaba de postura y me daba una patada sin querer por debajo de la mesa—. Pero, de acuerdo. Ni adicto al sexo. Ni a las drogas. No pasaba nada. Una cuarta parte de mi sangre era irlandesa y otra cuarta parte francesa.
Es que soy vegetariano. Siempre me ha gustado que me sirvan la cena aderezada con un poco de superioridad moral. Ah, y siento darte patadas continuamente. Me he precipitado. Vaya, lo siento. Lo he vuelto a hacer. Soy todo piernas. Los dos miramos por debajo del mantel.
Lo cual era mucho mucho peor que no encontrarlo agradable. Bueno —dijo. Pero incluso los culpables tienen derecho a una defensa legal seria.
Remolacha y otras verduras virtuosas. Lucien es un nombre muy bonito. Mi madre es francesa. Lucien, entonces. Un peu. Se impuso otro de nuestros silencios. Ese era el problema. Que me gustaran cosas era un problema. Es Luc. Solo Luc. Voy a pedir cubiertos.
De acuerdo. Eran las once y media, hora de ponerme sexi. Era imposible salir conmigo. Totalmente imposible.
Le daba un aire de calidad natural. Necesitaba un plan. A veces, la gente lo hace en una cita. Le brillaban los ojos. Eres… Eres perfecto. Siempre te has comportado como si fueras mejor que yo. Lo eres. Nuestros donantes piensan que soy un mal gay. Estaba loco. Tengo mal beber. Soy innecesariamente perverso.
Tomo decisiones terribles. No se me daba bien hacer las cosas como es debido. No quiero ir solo. Simplemente prefiero reservar esa intimidad para alguien que me guste de verdad. A pesar de las evidencias recientes, puedo mantener mis labios alejados de ti. Y «no» era demasiado aterrador ahora mismo. Bueno —dije. Estaba exagerando. Me da igual. Y luego te las arrebataban. Oliver Blackwood estaba sonriendo. Es importante para el chiste.
No cuadra nada. Falsos novios nuevos. No van a echarte por esto. Es posible que lo agrediera sexualmente. Pero fingiremos que vamos a intentarlo, porque los dos estamos desesperados.
Es inventarse algo. Ni siquiera le gusto. Es imposible que haya alguien a quien no le gustes. Eres un encanto. Pensaba que estabas siendo obsesivamente negativo. Fueron sus palabras exactas. No porque le molestara que le diera un beso no consensuado. No es un estirado. Es muy… Siempre quiere hacer lo correcto. Y, la verdad, creo que se siente bastante solo. Y, a veces, sus ojos irradiaban una ternura oculta. Y su infrecuente mirada. Definitivamente no.
Solo insistes en que odias a alguien cuando en el fondo te gusta. Te quiero. Para ser sincero, probablemente iba siendo hora de que me pusiera a trabajar. Y ahora, por el amor de Dios, dadnos dinero para que pueda salvar a los bichos comedores de mierda». Pero, claro, sin utilizar ninguna de esas palabras. Ni ideas. Ni opiniones. Y tampoco olvides que mi trabajo es mejor que el tuyo». Era broma. Nunca le he enviado esas cosas a nadie.
No estoy diciendo que tengas que mandarme una foto de tu pene. Hubo otra pausa, y luego: Estoy muy avergonzado, Lucien. Por favor, no lo empeores. Tierno pero con un toque de sensualidad. Es importante. Soy vieja y soy francesa. Me duermo continuamente con un cigarrillo en la boca. Bueno, da igual. Y eso fue todo. Disfruta del brunch! De concurso. Entra en contacto con tus sentimientos» o algo por el estilo. Es lo que hay». Llegaremos dentro de nada. Tengo que ir a ver unos terneros.
Me gustan bastante, la verdad. Tiene algo que decirte. Me ha hecho pensar en las cosas importantes. Notaba un zumbido en la cabeza, como si hubiera esnifado abejas. Y lo digo literalmente. Ahora ya no toca. No lo fue. A la mierda todo. Pero lo siento mucho y no quiero una falsa ruptura. Una vez dentro, Casa Blackwood era tal como me esperaba en ciertos sentidos y nada de lo que me esperaba en otros.
Dos veces. Entiendo que los hechos juegan en mi contra, pero necesito esta… Esta —dije, aleteando una mano con escasa elocuencia— cosa que estamos haciendo.
Y has aceptado tener un novio falso, no un caso perdido real. Solo intentaba decir que no esperaba que fueras algo que no eres. Siempre me preocupa quedar como una especie de Norman Bates. Ejem… gracias. Es un asunto familiar y no debo entrometerme. Es que odio a ese gilipollas. Va, hombre, tienes que saberlo. Nos quedamos callados un momento. Tanto, de hecho, que verme obligado a contarle mi vida a alguien me asustaba un poco.
Hoy no. Y me jode mucho. Estaba enfadado y he sido un poco injusto. Las dos cosas no. Hubo un largo silencio en el que ambos invadimos con torpeza el espacio personal del otro. Si eres bueno. Dijo que ya no era feliz. Sinceramente, yo pensaba que estaba funcionando, pero me pasa siempre. Otro misterio resuelto. Me puse colorado. Y no solo las cosas buenas. Todo el mundo lo hace. Me has dicho que no piensas hacer promesas y te has meado en mi dolor.
En muchos sentidos, nuestra segunda cita estaba yendo igual de mal que la primera. A la gente le pica la curiosidad. O se siente frustrada. En realidad fue lo segundo. Por supuesto, eso fue antes del incidente del «homosexual que tengo al lado». Ahora que lo pienso, seguramente fui un poco duro contigo. Si no has tenido muchas, tu base para comparar es escasa. Si has tenido muchas, es obvio que algo haces mal. Por aquello de la verosimilitud, ya sabes.
Tu turno. Bueno, eso no era sexi. Absolutamente no. Para nada. Probablemente fuera porque soy mala persona, pero ahora encontraba a Oliver un poco adorable. Pero, venga, seguro que haces cosas que no tienen nada que ver con pelucas y mazas. No mucho, al menos. Salir hasta tarde, beber demasiado y provocar una ansiedad innecesaria a la gente que me aprecia.
Una temporada. Mi padre es contable, mi madre era profesora de la London School of Economics y los dos son bondadosos y comprensivos. No hablo por experiencia, dicho sea de paso. No puedo elegir. A menudo es bastante banal. Socialmente tiene pocas ventajas. La gente cree que solo me dedico a devolver a asesinos y violadores a la calle por dinero o me considera terriblemente aburrido. Estaba muy ocupado recogiendo. Muchas gracias por la comida. Y por no romper conmigo. Intento que esto no nos explote en la cara.
Nosotros seguimos con nuestra vida, y a quien pregunte le decimos que estamos saliendo. A ella no podemos guardarle secretos. Es mi mejor amiga hetero. Otro suspiro. Si no fuera por las torrijas. Y su adorable jersey de domingo por la tarde. Y los raros momentos en que se olvidaba de que soy un capullo. Si te apetece. Si no tienes otros compromisos. Ay, Oliver. Por aquello de aprender a soportarnos el uno al otro, digo. Fue, con diferencia, el mejor momento del programa. El chico, llamado Leo, era libre de elegir entre el profesor y mi padre.
Al abrir los ojos vi a Oliver pegado a mi cara. Bueno, despertado no. Soy estirado, pomposo, aburrido y desesperado. O puedo pedir un taxi si quieres. Siempre puedo coger un Uber. Puse los ojos en blanco. Al menos ya no estaba pensando en darle un beso. Ya sabes, opiniones que hacen sentir mal a la gente.
Puedes coger un Uber si quieres. Y como nos entristece que nos lo recuerden y no nos gusta estar tristes, nos enfadamos. Imagino que es poco atractivo. De una manera realmente irritante. Soy una zona libre de incidentes, te lo prometo. Bueno, con Oliver no. Pareces el oso Rupert. El oso Rupert es cuco. Y resulta que tengo un pijama de sobra si lo quieres. Voy a leer un rato y luego a dormir. No quiero que te vayas. Era insufrible. Pasaron unos minutos, o unas horas.
No quiero conocerlo. Mi universo estaba implosionando. En fin, cambiemos de tercio. Otra pausa. Supongo que el lago Ontario, si miras hacia el sur. Si miras hacia el norte, probablemente el Simcoe. Intentaba contarle un chiste a Alex. Rhys Jones Bowen puso mala cara. Se ve el lago Ontario. Muchas gracias a los dos. Lo entiendo. Contuve un suspiro.
Les importa tanto que te despidieron como si fueras un criado con las manos muy largas. En Kensington no hay duquesa. Pensaba que era lo acordado. Simplemente me alegro de que me hayas llamado. Eso significa que hoy le he hecho bien a alguien. No ha sido culpa tuya.
Uno no es la puta reina. Por el proyecto, quiero decir. Para ser sincero, probablemente sea mala idea. Mangold al habla. Necesito hablar con Jon Fleming. Espere, por favor. Jon Fleming es mi padre y quiere hablar conmigo. No pasa nada. Ahora mismo estoy anotando tu mensaje en mi libreta imaginaria. Atentamente, J.
Escondido discretamente tras una puerta situada cerca de St. Bueno, a mi dama y a tu damo. No pueden ser miembros, por supuesto. Es espantoso. A menos que contemos «no me beses» y «para de decirle a todo el mundo que esto es una farsa». Se pasa las cenas hablando del tema. No los soporta. Son unos bichejos peludos blancos y negros que provocan retrasos innecesarios en nuestro ya tensionado sistema de justicia criminal. Me siento bastante mimado. Yo no puedo tolerarlo. Al menos eso creo.
A lo mejor tiene algo que ver con las prostitutas. Creo que son un elemento vital de nuestra democracia. Los tejones otra vez.
Ni caso. Pero, joder, mi novio de mentira era Oliver, no el puto Alex Twaddle. Oliver estaba desconcertantemente intenso. Siempre estoy un poco menos equivocado de lo que la gente cree. Como un reloj parado. Siento mucho el retraso. Los he entretenido. Este es Oliver Blackwood. A mi novio falso, quiero decir. Ese no soy yo. Es una broma tremenda. Mira que eres listo. Miffy se dio unos golpecitos en la sien. Miffy, el diminutivo de Clara. Mi padre se opone a ellos, por supuesto.
Igual que en las cenas del colegio. Seguro que no pasa nada. Vamos a preguntarle a James. James hizo una de esas reverencias imperceptibles que parecen salidas de Downton Abbey. Mi padre es conde. Miffy y yo tenemos Wellington de sobra si quieres un poco.
Estoy disfrutando la ensalada. Fue un fracaso absoluto. Por no mencionar a los granjeros. Es bastante feo por tu parte, Oliver. Me parece que no lo has meditado mucho. Hubo una pausa. Creo que has elegido a un novio falso excelente, Ally. Es mi novio falso. Parece que Ally y Olly se llevan estupendamente. Igual que Pater. Y Mater, de hecho. Mi tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara… —dijo Alex, mientras iba contando con los dedos— tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatara tatarabuelo iba de bares con el cardenal Woolsey.
Miffy le dio un codazo. Estaba muy centrado en los estudios. Me temo que era una persona bastante aburrida en la universidad. Uno no puede ir insultando a las damas de esa manera. A tu caballero. Vaya, parece que no funciona. Hashtag Ollivander. Ni siquiera te gustan los hombres. Todos mis amigos son hombres. Mi padre es hombre. No te disculpes por mi comportamiento con mi novio. Me he pasado toda la puta cena oyendo hablar de la puta Oxford.
Y, en realidad, Oliver no era aburrido, solo un poco irritante. Y Alex era terriblemente irritante, pero solo intentaba ayudarme. Pero daba igual, porque no era Oliver. Di un salto. Yo defeco muy en privado. Siento lo de la… cara. Nunca olvido una cara. Nunca olvido un nombre. No me parece muy acertado.
Cuando una persona se compromete a algo, lo cumple. No siempre hace falta recurrir a la ley. Es muy eficaz. No es que me haya tirado los tejos. Pero, para que conste en acta, no. No se puede quejar. Esos otros. Nunca se me olvida una cara. Os dejo seguir con la cena. Nos vemos en el Levantamiento del Cisne, Alex, si no antes. Y, dicho eso, el Honorable Racista se fue. Siempre me han gustado bastante. Madre de Dios, le brillaban los ojos y todo. Y no es que me gustara en especial el antiguo nivel.
Estaba bien. La buena publicidad empezaba a parecer peor que la mala. Al menos, la mala publicidad, o la mala publicidad a la que yo estaba acostumbrado, no me arrinconaba y empezaba a gritarme. Estaba a punto de vomitar. Eran preguntas trampa. Puedes soltarme. Como siempre, el problema no era Oliver.
Cogeremos un taxi. Un momento. Y ahora para de discutir conmigo delante de la prensa. Podemos discutir de camino. Oliver dio el alto a un taxi que, por supuesto, se detuvo en lugar de acelerar con actitud despectiva. Les has parecido un encanto, desde luego. O sea, no. O sea… Que te follen, Oliver. Pero no en plan asesino en serie. Es un requisito legal.
Cuando menos, su capacidad para aferrarse a un argumento era admirable. Esto queda forzado. Intenta agarrarme del brazo. Ni siquiera pretendo fingir que somos una de esas parejas. Porque todo el mundo sabe que el sexo hace que las cosas no sean tan complicadas. Mala idea. Perdona por ser creativo.
Dejemos de hablar de lo mucho que no quieres tener sexo conmigo. Estuvimos a punto de acabar juntos, pero al final te largaste. He follado muchas veces yendo borracho. Con estar bien no basta. Quiero que lo necesites, que lo quieras y que lo hagas en serio. Quiero que sea importante.
Hubo un silencio muy muy muy largo. Hubo un silencio muy muy muy, pero que muy largo. No todo el rato, obviamente. Es tu manera de hablar. Estoy preparado para lo peor. Y, si no lo recuerdas, es que hace demasiado. Pero es posible que tenga que poner una lavadora antes.
O puede que unas cuantas lavadoras. Ahora mismo. Al menos yo lo reconozco. Intento llevarlo lo mejor posible, eso es todo. Lo odiaba cuando se mostraba fuerte, vulnerable, honesto, decente y todo lo que yo no era.
Pero dentro de mi culo. O no tan inexpresiva. Puse las manos alrededor de la boca. Yo solo te animo. Madre del amor hermoso. Doblemente mierda. Algo que me tapara bien. Llevaba el traje colgando del brazo y la camisa en la otra mano. A la mierda. Esto no iba bien. Esto no iba nada bien. Bueno, lo de abogado no. Ese es tu trabajo.
Mira, yo solo digo que eres lo que se entiende por exitoso y lo que se entiende por atractivo. Y eres buena persona. Y yo… no. Lo primero que se aprende como abogado penal es que las cosas malas no son exclusivas de la gente mala. Siempre lo he pensado. Como uno de los primeros retratos de Robert Mapplethorpe.
En serio, a dormir. Estar consciente no es un requisito en mi oficina. Me puse de lado. Eso no iba a pasar. Aquello era demasiado. Me temo que no lo entiendo en absoluto. Intentaba disculparme por lo de ayer noche. Me alegro de que hayamos aclarado las cosas.
De nuevo, siento lo del cubierto de pescado. Es que la longitud de los dientes ni se parece. Siempre hay que cambiar de tenedor entre plato y plato. Querido Luc: He consultado los costes del hotel y me pregunto si es necesario. Es donde celebraremos el acto.
Atentamente, Barbara Querida Barbara: No. Atentamente, Barbara P. La solicitud ha sido denegada. Atentamente, Luc Querido Luc: El sarcasmo no tiene cabida en el lugar de trabajo. Atentamente, Barbara Querida Barbara: Paga el hotel, por favor.
Acaba de llamarme el director y corremos el riesgo de perder la sala. Atentamente, Luc P. Nunca me acuerdo. Y, encima, es la mano con la que tecleo. Hubo una pausa de asombro. Soy… Soy una persona a la que le gusta ayudar. Muchas gracias. Ese era el problema de las buenas obras: que se complicaban. Aunque no, mierda no. Era perfecto. Huyamos juntos ahora mismo». Luc Querido Luc: No. Era lo mejor. Sin duda era lo mejor. Caso importante.
No me jodas. Ha sido bastante horrible, pero ha tenido compensaciones. Recuerda que esto es falso. Recuerda que esto es falso». El caso es complicado. No puedo hablar del tema. Disculpas por la falta de fotopollas. Y considerado. Y protector. Y un poco divertido en el fondo. Y… joder. No eres para nada un fracasado». Era todo culpa de Oliver, con su mirada de «eres especial» y sus chorradas de «eres guapo, Lucien».
Yo mismo. Yo… —Me alegro de que llamaras. Vaya, no me digas. Estaremos grabando en la granja en un par de semanas. Nos vemos pronto. A lo mejor por eso la gente no quiere salir conmigo. Espero que no haya sonado presuntuoso. Imagino que no me contestas porque sigues durmiendo, no porque pienses que soy desagradablemente inseguro. Quedaremos con mi padre dentro de dos domingos. Espero que no te moleste. A lo mejor me gustaba leer mensajes de Oliver al despertar. Apreciado Luc: Muchas gracias por su correo.
Pero su belleza, impresionante a simple vista, no era nada comparada con su carisma y su aire salvaje. Danny Blackdadder era una bestia en el escenario. Nicolette solo pudo asentir, boquiabierta. Un entendido de una revista digital les pronosticaba un gran futuro. A punto de verle actuar de nuevo. El resto de miembros del grupo ya estaban en el escenario. Olivia y Luna se unieron a Nicolette, con expresiones de disculpa en el rostro.
Era cierto. El dolor, el miedo y la tristeza se evaporaban. Danny lo dio todo. Era placentero. Su grupo, sus canciones, triunfaban entre la gente. Atesoraba aquel recuerdo con una intensidad especial. Siempre la llevaba a cuestas. La guardaba debajo de la cama cuando se acostaba, si es que no se quedaba dormido con ella entre los brazos.
Casi siempre. Supo reconocer a una de ellas en cuanto la vio. Estaba en primera fila. Una de las pocas en aquella sala de conciertos. Llevaba corrector dental. A su lado, dos chicas que la flanqueaban, miraban a Danny con la boca abierta. No le gustaban las chicas alegres, charlatanas y superficiales. Sus amigos descendieron del escenario y Danny fue con ellos. La partitura estaba llena de tachaduras.
Estaba solo, sin dinero, sin pasaporte. Problemas con mi pasaporte. No puedo volver a Londres. Sin pasta. Estoy atrapado en el aeropuerto. Estaba sola en casa.
Una tal Nicolette Coquette, una de sus seguidoras. Danny iba a pasar la noche en casa de su abuela. Con ella. Su boca era demasiado gruesa. Y eso no por hablar de las pecas. Por algo la llamaban Pecas. En serio. Tuvo ganas de gritar. Era buena idea. Cuando vio el coche, tuvo ganas de gritar otra vez. No era como los coches modernos.
Y lo cierto era que aquella idea la tranquilizaba a la hora de conducir. Camisa blanca y vaqueros. Nada lo bastante llamativo. El aeropuerto estaba atestado de viajeros. Danny no iba a verla de ese modo. Su estatura, un metro sesenta, no ayudaba demasiado. A su alrededor, un grupo de turistas japoneses le tomaban fotos sin parar. Y ella lo vio. Cantando mientras tocaba su guitarra, estaba Danny.
Hizo una reverencia, sonriendo entre la gente, como una estrella que cae del cielo. Era ella: la chica misteriosa de mirada triste. Sus facciones eran fuertes, pero elegantes.
Salvo de Alien vs. Demostraron que se pueden coger dos cosas buenas, unirlas y conseguir algo muy malo. Bueno —dijo, metiendo la mano en el bolsillo de su vaquero. No puedo pagarme un hotel. Y ni siquiera un taxi. Puedes quedarte en mi casa cuanto necesites. Lo es. Caminaron juntos, aunque separados y en silencio. Nicolette lo miraba de reojo. Llevaba la guitarra colgada a la espalda y andaba despreocupadamente. Llevabas otra ropa. Y un collar de piedras de colores. Por tu sonrisa. Puedes decirlo.
La carretera que tomaron era estrecha y poco iluminada. A ambos lados, se elevaban juncos de varios metros que ocultaban el resto de la huerta valenciana. Entonces, el coche se detuvo. Por llamarle cafetera. Los hombres y los coches tenemos nuestro orgullo y nuestro corazoncito. Por supuesto. De acuerdo. Claro que no. Juguemos a algo. En absoluto. Suena bastante…antiguo. Es posible. El desamor es la mayor plaga que existe.
Charlamos todo el camino. No solo de cosas de clase, sino de nosotros… Y cuando llegamos a mi casa, me dio un beso en la mejilla. Esa noche, Chico-A intervino y me dijo que me llevaba a casa. Y entonces, me dijo que abriera los ojos, que yo era… Que yo era preciosa.
Eso dijo. Mi primer beso. No fui ni siquiera capaz de despedirme. Y durante las semanas siguientes, le estuve evitando. Muy triste. Le encantaron sus ojos. La llamaremos Chica-O. Esa noche, tras las fotos, fuimos a tomar algo y acabamos juntos, en mi casa. Por un tiempo, todo iba bien. No dejaba de pensar en la Chica-O. Y lo hice. Le dije que la amaba. Estaba con otro. No hemos hecho nada. Somos inocentes. Siempre he estado en el otro, rompiendo los corazones. Pero hasta que esa chica llegue, no voy a quedarme solo.
Y no pienso estarlo. Lo admito. Pero ya fui valiente una vez. Y voy a seguirlo. Nicolette se detuvo a su lado. Menos mal. La playa estaba desierta. Maldito loco. No supo si venerar a la luna o si odiarla. Danny estaba delgado, pero fuerte. Su risa era muy bonita: fluida, musical, masculina. Solo un poco. Estaba descalza. Y en sus brazos.
Puedo hablar con ellos. He recogido a un loco en el aeropuerto. Tengo gatos. Los estoy entrenando. Te escucho. No voy a tirarte al agua. Sentir todo este fuego en su interior no era normal. Aunque era agosto y el mar la traicionaba. Seguramente, no. Una, dos, mil estrellas.
Las constelaciones y todo el universo se confabulaban contra ella, para ponerla en un gran aprieto. Y punto —dijo, cruzando los brazos sobre el pecho y bajando la cabeza. Mil veces mejor que cualquier canto de sirena. Era un poco insegura. Danny lo hizo. Durante un tiempo. No, mejor que no… No. Eres un aspirante. Estoy acostumbrado a tener lo que quiero. Era real. Carpe Diem. Estaba nadando, justo bajo la luna. Era agradable. Ella se rio. Tampoco es una buena idea de cara a tu futuro, Danny.
La de los ojos tristes. Otra vez. Las doce y media. Eso significaba varias cosas: compras baratas, churros y cotilleos. Ya voy. Tienes un aspecto horrible —dijo Luna, torciendo los labios con desagrado. Pero no te los mereces. Tomaron asiento alrededor de la mesa de la cocina. Rooibos Vainilla para ella. Frutos Rojos para Olivia. Menta para Luna. Eran sus amigas.
A medida que lo iba pensando, se sonrojaba como una idiota. Como si de verdad lo estuviera. A saber. La respuesta era simple. Esperaba un beso. Luna y Olivia volvieron a mirarse entre ellas. Olivia y Luna se quedaron boquiabiertas. Sus ojos volaron hasta Danny, lo observaron, lo analizaron, lo identificaron y elaboraron un informe.
Acababan de hacerse una idea equivocada y Nicolette lo supo en cuanto posaron sus ojos en ella. Me gusta. Winnie The Pooh. Los ojos de Danny volaron hacia la bolsa de papel empapado en aceite de la que asomaban unos cuantos churros.
Estaba hambriento. Yo creo que es una Hasta ahora has sido bastante responsable. Y ahora, si nos disculpa, tenemos prisa. Se pasaba la semana viajando de pueblecito en pueblecito y el domingo plantaba el puesto en su pueblo natal.
Eres lo bastante borde como para ser abogada o ejecutiva en una multinacional. Nicolette puso los ojos en blanco. Guarda esas ideas para tus partidas de rol con tus amiguitos que te veneran como a una… —Elfa, sensual e irresistible, puedes decirlo.
Al cabo de un rato, estaban de regreso en la casa de Nicolette. Danny estaba sentado junto a la mesa de la cocina, y tocaba la guitarra. Por mucho que sus amigas pensaran lo contrario. Sus tatuajes, sus pendientes e incluso su forma de actuar sobre un escenario eran una manera de ocultar al verdadero Danny. En cierto modo, todo eso formaba parte de una mascarada. Todo estaba organizado por colores y formas. Como recuerdo. Nicolette no pudo evitar entristecerse. Estaba segura. Nicolette contuvo el aliento.
Se miraron a los ojos mientras los latidos de sus corazones se aceleraban. Es genial. Y Danny acababa de mencionar una de ellas como si tal cosa.
Hay un mercado medieval. Pues vente a Londres. Solo obligaciones. No era justo. No regresaban. Se detuvieron frente al primero. Entonces hagamos un trato. Tal y como soy. Hubo unos segundos en los que se mantuvieron la mirada. Una estrella inalcanzable. Eso era Danny para ella. Acababa de encontrar la pieza esencial del colgante para Danny.
Estaban a varios metros, entre la gente. Cuando se acercaron, ya estaba plagada de gente. Nicolette, Danny y sus amigas decidieron quedarse a un lado, hasta que encontraran un buen lugar donde colocarse. Se les llama Kilt. Cuando empezaban a hablar, compartiendo vivencias y aventuras, el tiempo se les escapaba entre los dedos con una rapidez asombrosa.
Nicolette estaba cansada de huir de ellos. Le estaba tendiendo una bolsa de golosinas. Al hacerlo, sus dedos rozaron los de Danny. Todo el mundo lo mira. Danny representaba una novedad muy significativa. Y no pudo evitar recordar lo sucedido aquella noche.
Axel estaba abajo y la saludaba. Axel llevaba una camiseta azul y unos pantalones oscuros. Todos los recuerdos volvieron a ella con intensidad. Los buenos y los malos. Porque soy tonta, quiso decir ella. Se te puede infectar. Era profundo, no lo bastante para necesitar puntos, pero algo brillaba en el interior de la carne abierta.
Siempre has sido muy buena persona. Demasiado, creo. Acababa de amanecer. En cuanto le vio, supo que algo iba mal, muy mal. El miedo y el dolor asestaron un duro golpe a Nicolette. Me he tumbado un momento y ella se me ha echado encima…Ni siquiera me acuerdo muy bien Se le grabaron todas y cada una de las palabras en su cabeza.
Yo te quiero. De que ni siquiera me gustaba. Y he dejado pasar el tiempo, con la esperanza de que me perdonaras. Pero solo quiero que… Que me des una oportunidad. Quiero volver contigo, Niki. He cambiado. Y ahora, estaba Danny. Y Nicolette y Danny estuvieron hablando toda la noche.
Muy quieto. Los ojos azules de Danny la miraron. No me encuentro bien. El pasado siempre regresaba. Estaba tratando de no respirar demasiado porque aquel olor en concreto, el de la cerveza, le recordaba a su padre con una intensidad dolorosa. Para desahogarse. No pasa nadie. Has descubierto que no dejamos propinas. Los raritos sois vosotros.
Y palabras escritas. La naturaleza humana es capaz de transformar todo. Y no debes fiarte de nadie, porque todos mentimos. Nicolette lo vio con toda claridad.
Si lo pienso… Ha sido como saborear un poco de fama. Nunca sabes el verdadero motivo que hace que la gente se acerque a ti. Lo siento, Danny. Te lo cuento. Una chica que se llama Clara. Sin amigos. Hasta que Olivia me dijo que saliera con ellas…Fue muy triste. Son de fiar. Incluso firmamos un Tratado y todo. Nadie puede quitarle el novio a la otra.
Ni tontear ni intentarlo. Era James, su agente. Y en segundo, me pagas tanto porque soy el mejor. He estado negociando con Prada. Para ti. Pero no en Tokio. Siempre el mismo tema. Y te sigo en Twitter. La gerente de Prada en Tokio quiere conocerte. De repente, supo con certeza que era su musa.
Las canciones que le rondaban la cabeza giraban en torno a ella. No quiso perderla tan pronto. Llama a Gary. Dile que vaya a mi loft. Dile que se ponga en contacto conmigo en cuanto lo tenga. El olfato de su agente era condenadamente molesto. Sois los protagonistas. Te he enviado las fotos finales. Mira esas fotos para recordar de lo que sirve enamorarse.
Malas noticias. Por ahora no. Al mirar los ojos de Nicolette, realmente ilusionados, no pudo negarse. Llevaba un abrigo largo y ropa oscura. Estaban cogidos de la mano. La colina de los hoteles del amor. Pero a Nicolette le importaba un comino los hoteles, las colinas y los barrios japoneses. Era tan alta como Danny y estaba muy delgada. Danny y la modelo se estaban besando en el centro de un paso de peatones.
Ambas los son… Quiero decir… La foto y la chica. Danny hizo una mueca. Es muy buena foto. Las cuatro lo son. Como el Dios del Olimpo. Me dejaste alucinada. Seguro que sabes muy bien el efecto que causas. Pero me halaga mucho la idea de que yo te resulte excitante. No dejaban de interrumpir momentos interesantes entre ellos. Iremos juntos. Puedo ir sola. Tras unos minutos en los que Danny tuvo que convencerla, se pusieron en pie para prepararse. Danny se puso una camiseta y las botas, mientras Nicolette daba vueltas por el comedor, a punto de un ataque de nervios.
Como enamorarse. Tomaron asiento. Estaban solos. La pintura era verde, estaba desconchada en varias paredes y sucia en otras. Lo que sea… —Supongo que a estas alturas, ya te has dado cuenta de que mi vida no es como la de las otras chicas.
Tampoco me has hablado de ellos, por lo que he deducido que no forman parte de tu vida. Quiero conocerte. Supongo que debo hablarte de mis padres. Y se enamoraron. Probablemente, la familia de mi madre no sepa de mi existencia, de modo que… Solo tengo a mi abuela. Nicolette era harina de otro costal.
Como su madre. No tolero el alcohol. Ni siquiera su olor. A sus golpes. Por eso me hice el primer tatuaje. Y como recordatorio de que no puedo arruinar mi vida por el alcohol. Nos volvimos invisibles. Nada de amigos, nada de familia. Solos mi madre y yo. Dice que salgo con los pantalones demasiado bajos en todas las fotos.
Gracias a ti. Ahora se dio cuenta de que estaba equivocado. No era necesario. Al fin y al cabo, era su problema. Nicolette estaba confusa y agradecida a partes iguales. El doctor era un tipo joven, vestido con una bata blanca totalmente inmaculada. Cuarta planta. El cansancio estaba haciendo mella en Nicolette. Las puertas se abrieron. Y dos personas. Iba vestido de calle. Y vine. No me han dejado verte hasta ahora.
Nos hemos conocido en el viaje de jubilados. Estamos en el mismo hotel. Los ojos de Nicolette evaluaron el aspecto del anciano. Tu abuela habla maravillas de ti. La abuela Paca estaba sonriendo como una bobalicona.
Como una adolescente enamorada. Nicolette dio un respingo. Como respuesta, ambos se rieron. Nicolette, obviamente, no le vio la gracia. Como si eso no fuera un eufemismo para decir que eran novios. He pagado el viaje y pienso quedarme hasta el final. Lo cabal es que vuelvas a casa y descanses. Mierda, mierda, mierda. Mantuvo una pose serena y afable. Pobre ingenuo. Su abuela era capaz de mandarle de vuelta a Inglaterra de una patada.
Ya eres mayorcita. Es una persona ocupada. Y hay que ser valiente para enfrentarlas. Por eso, era hermoso verla de nuevo feliz. Aunque eso implicara cierto grado infantil desconocido en ella. Abuela, este es Danny Blackdadder… Ambos llevaban la ropa puesta, pero estaban descalzos. Cuando se lo contara a Olivia y a Luna no se lo iban a creer. Luego se detuvo en su boca, en los anchos labios entreabiertos. Solo la mejilla derecha y apenas un leve roce.
Y ahora ella le estaba acariciando. Estaba roja hasta la punta de las orejas. Danny se rio. Le dio en toda la cara. No le gusto. Sus palabras, y el hecho de que ya no estuviera besando su piel, la hicieron regresar de golpe a la realidad. Estamos en paz. Ella estaba alterada. Menuda tonta. Tal vez fuera cierto.
Ella lo deseaba. Desde antes de conocerle. Tengo que ir a la Universidad a entregar unos papeles con Olivia. Al menos, hasta que apareciera Olivia. Su experiencia, comparada con la de Danny, era escasa. Y eso le daba miedo. Simplemente perfecto. Oh, oh. No me he fijado. O es que la vida era sumamente injusta. Vi que llevaba una guitarra. No prometo nada. Y no me refiero al idioma. Creo que lo mejor es que nos limitemos a ser amigos.
Solamente amigos. Estaba claro que Nicolette era diferente. Estaba nervioso. Le sudaban las manos. Espero que tengas hambre. Y muchas gracias por esto.
Y lo siento. De verdad. Yo ya lo he olvidado todo. Solo herido en su orgullo. Eso era todo. Y dejar las cosas tal y como estaban. Nos ha invitado a una Jam Session. Puedes llevar tu guitarra y cantar si quieres. En su interior albergaba una sala de conciertos, otra para exposiciones y la futura biblioteca.
Es como pasear con un pastel por la puerta de un gimnasio. No he podido evitarlo. Me he visto obligada. Danny no es de mi propiedad. Por faaaaa. Te lo juro. La chica Pin Up. Me resulta demasiado…obvia. Me gustaban.
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